Desde que está Imanol Alguacil, la mezcla de cantera y cartera está funcionando a la perfección. No se ausentan en Europa desde la temporada 19-20 y, aunque no hayan llegado lejos en fases eliminatorias, han conseguido alcanzar la Champions League. Sin embargo, esta plantilla tiene un difícil récord que superar en la Liga de Campeones, pues la mítica plantilla de la campaña 82/83 llegó a semifinales. Hoy, en Desde El Córner, repasamos aquel equipo que hizo soñar a toda Donosti.
Sin duda, los años 80 empezaron bien para los de San Sebastián. Tras el subcampeonato de la 79/80, alzaron de forma consecutiva el título de liga en las dos temporadas siguientes. Por primera vez en la historia, la Real Sociedad participó en la entonces Copa de Europa. A pesar que los donostiarras tenían experiencia en la UEFA, no supieron trasladar esa solvencia a la máxima competición europea. Fueron eliminados por el CSKA Sofía en la primera ronda. No obstante, gracias al flamante campeonato en la 81/82, tuvieron una nueva oportunidad.
Esta vez, los guipuzcoanos, con el título liguero bajo el brazo, no lo pondrían tan sencillo. Se estrenaron con un largo viaje a Islandia para verse las caras con el Vikingur Reykjavik. La Real ganó por la mínima ambos encuentros, y eso sirvió para avanzar. Para el siguiente compromiso, el viejo campo de Atotxa se vistió de gala para recibir a todo un campeón de Europa, el Celtic de Glasgow. Un solvente dos a cero dejó encarrilada la eliminatoria. Arconada se lució en el arco en aquel partido, y Uralde y Satrústegui anotaron los tantos. La ronda se complicó algo más en la vuelta, en Celtic Park, con un apretado dos a uno para los escoceses. De nuevo, con algo de sufrimiento, se avanzó a la siguiente ronda.
El siguiente enfrentamiento en aquella Copa de Europa fue contra el Sporting de Lisboa. Si bien se habían jugado hasta ese momento sólo dos partidos, esta ronda ya era de cuartos de final. La ida en la capital lusa fue complicada, pues los verdiblancos consiguieron la victoria. Tocaba remontar, y Atotxa no falló. Aquel campo era estrecho, incómodo para los rivales y donde el ruido de la grada amedrentaba aún más a los que osaban enfrentar a los jugadores donostiarras. Con toda aquella mística que encerraba el antiguo estadio del equipo guipuzcoano, se consiguió la remontada. Los goles de Larrañaga y Bakero metieron al equipo en las semifinales de la Copa de Europa.
En las semifinales, los “txuri-urdin” se las vieron con el Hamburgo. La ida quedó en empate a uno, quedando la eliminatoria abierta. El encuentro de vuelta, se decidió en los últimos quince minutos. Los donostiarras se repusieron del gol de Jakobs, en el minuto setenta y cinco, y consiguieron empatar por medio de Diego Álvarez. No obstante, el tanto del equipo teutón en los últimos instantes del partido acabó con las esperanzas de la Real Sociedad. El verdugo acabó siendo el campeón del torneo, venciendo a la Juventus en la final de Atenas. En esta misma campaña, la Real volvió a perder otras semifinales en Copa del Rey, y acabaron en la séptima posición en la clasificación liguera. El cansancio pasó factura.
Aquella plantilla estaba llena de jugadores de la casa. Hoy, el equipo donostiarra mantiene esa idiosincrasia, y parece haber encontrado la clave para construir un proyecto deportivo sólido. De Zubieta, no dejan de salir grandes talentos gracias al trabajo en categorías inferiores. Por otro lado, el acierto con los fichajes es más que palpable. Sin duda, en Donosti, se puede soñar con alcanzar grandes cotas y, quien sabe, repetir aquella increíble hazaña de los ochenta.