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Una tregua de fútbol durante la I Guerra Mundial

A día de hoy, el mundo del fútbol vive en continuo conflicto. Hay varios bandos en lo que parece una guerra entre la FIFA y la UEFA, por un lado, y los socios que conforman la Superliga por otro. Los intereses económicos y la reputación hacen de “casus belli”. Sin embargo, hubo una época mucho más oscura que esta, donde el fútbol fue el elemento pacificador y reconciliador, al menos, durante un breve período. En este artículo, profundizaremos en la conocida como “Tregua de Navidad”.

Esta historia sucedió en 1914. Eran tiempos de conflicto, muerte y barbarie, pues en Europa había estallado una lucha encarnizada y sin precedentes. La Gran Guerra, posteriormente conocida como I Guerra Mundial, enfrentaba a jóvenes europeos de distintos países, sin saber muy bien por qué. Duró hasta 1918. En ella, lucharon dos bandos. Uno, estaba conformado por Inglaterra, Francia, Italia y Serbia. El otro, la Triple Alianza, lo compusieron los grandes imperios de la época: el alemán, el austrohúngaro y el otomano.

Dada la magnitud del conflicto, se abrieron varios frentes, entre ellos el occidental y el oriental. El primero, fue especialmente duro y se situaba en la frontera entre Francia y Alemania. Las nuevas armas de fuego y la artillería moderna rompieron todos los esquemas de los escenarios bélicos anteriores. Un nuevo modelo de combate había llegado con este enfrentamiento. Pronto, aparecieron las húmedas e incómodas trincheras, provocando el estancamiento del conflicto. Avanzar unos cuantos metros costaba muchísimas vidas. Con esta desagradable situación, llegó la Navidad de 1914. 

Para los días de Nochebuena y Navidad, y de forma no oficial, los soldados ingleses, y alemanes decidieron deponer sus armas durante los días señalados. Declararon un alto al fuego que se escapaba de las decisiones que tomaban los burócratas desde sus cómodos palacios en las ciudades. En este resquicio de paz, apareció el fútbol. Aunque no hay muchas fuentes que corroboren el cien por cien de lo sucedido, se sabe que los soldados pasaron de ser rivales en el campo de batalla, a serlo en un improvisado terreno de juego. Unos dicen que ganaron los soldados británicos, y otros, los teutones. Como era evidente, el resultado fue lo de menos. Además del partido, compartieron los platos de comida que les llegaban, cantaron villancicos, enterraron a sus compatriotas y celebraron misas en honor a sus almas. 

La humanidad tuvo un descanso en aquel sinsentido político, lleno de propaganda y de odio. Los enemigos pasaron, durante un breve período de tiempo, a ser amigos y compartir sus costumbres. En definitiva, el fútbol, una vez más, apareció para reivindicar sus valores y fundamentos más importantes: la unión y la comunidad. Son principios que hoy en día parecen haber sido olvidados, y que nunca está de más recordar con este acontecimiento histórico.

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