El Real Madrid tiene una política que, a veces, pasa un poco desapercibida, tal vez, por ese ímpetu de muchos en querer ver fichajes rimbombantes. Y no hablo nada más de esa búsqueda de chicos jóvenes a un precio accesible, o del trabajo que llevan a cabo en La Fábrica. Me refiero al pulimento que hacen de ellos a través de “pasantías”. En canteranos, estilan colocarlos en otros equipos y guardarse la famosa recompra, o parte de los derechos. Otros, adquiridos a otros equipos, alzan vuelo bajo la figura de una cesión. Si durante su estadía, afuera de Valdebebas, crecen deportiva y emocionalmente, regresarán a pelear un puesto. Si no, a hacer caja, y “a otra cosa mariposa”. Un ejemplo de ello, lo constituye Brahim Díaz. Brilló más allá de la península y ahora lo hace en casa. Así, como otro de los héroes de la tarde, Dani Carvajal.
En lo particular, siempre he admirado su juego, regate y ese don de manejar el balón con las dos piernas manteniendo la misma sutileza y eficacia. ¡Cómo celebré!, cuando Guardiola lo dejó salir del Manchester City por 17 millones de euros. La buena prensa de la que goza el catalán no ha sacado partido de su tremendo desaguisado al desprenderse de tamaño jugador. Uno que, en su momento, pensé que era fácilmente comparable al que cometió en el Bayern de Múnich, cuando dejó ir a un tal Toni Kroos por 25 millones de euros. Tal vez, en el Real Madrid, le tengan más estima al exazulgrana de lo que muchos piensan, gracias a estos dos regalos.
Volviendo a Brahim Díaz, Carlo Ancelotti lo escogió como uno de los tres recambios que ingresó para enfrentar al Almería en la segunda parte. Un acierto en toda regla, pues este “loco bajito”, de apenas 1.70mts, volvió a brillar. Esos tres años de pasantía en el Milan le vinieron como anillo al dedo. Y, ahora, hace delirar a los aficionados del Real Madrid que claman por él cuando no le ven en el once. Al salir del partido, el malagueño dio una cátedra como si de un canterano se tratara.
Brahim ofreció su resumen de lo acontecido en el Santiago Bernabéu, tras esa remontada que culminó con el tres a dos en la pizarra. El delantero señaló: “Esto es el Real Madrid. Lo digo una vez más, pero jamás me cansaré. Peleamos hasta el final, con ese espíritu ganador metemos uno y, en seguida, ya creemos en el segundo. Por último, llegó el tercero. Fue un partido loco. No estuvimos finos en la primera parte, pero luego se solucionó […] Tenía la sensación, bueno, sensación no. Sabía que íbamos a remontar, era cuestión de tiempo. Te vas con una felicidad inmensa, sabiendo que este club nunca se rinde. Que tenemos calidad de sobra para remontar estos partidos. El espíritu ganador da sus frutos”.
Acerca de la labor de aquellos que entran como recambio, como fue su caso, Brahim apuntó: “Los que entran del banquillo lo hacen con hambre y había ganas de vencer. Es un esfuerzo de todos, aportando cada uno su granito de arena”. Tampoco faltó la referencia a la afición que colmó el Santiago Bernabéu: “Es el mejor estadio del mundo, la mejor afición y el mejor club, no hay más. Una vez más, se demuestra que el empujón lo da la gente”. Y, para cerrar, una consigna: “Queremos ganar LaLiga y vamos a ir a por ella”.
Y sí, en partidos resueltos así, es que se ganan las ligas. No hay duda de ello y, por mucho que vayan de la mano con el Girona, alternando el liderato, las sensaciones son esas. En mi caso, si ya lo he dicho en unos cuantos de mis artículos o, mejor dicho, en bastantes de ellos, ¿por qué no repetirlo?: hay que tener mucho cuidado con este Real Madrid. En cuanto a Brahim, gracias, Pep, por dejar salir a este chico por 17 millones de euros. Y gracias, Milan, por permitirnos que este diamante se puliera en tus filas.