Los últimos años han demostrado como el Real Madrid sabe gestionar sus finanzas como nadie. Si algún escéptico quedaba, con lo vivido durante la, ya por muchos olvidada, pandemia del COVID-19, quedó más que demostrado. En LaLiga, no hay más que ver cómo han manejado los clubes el tema. Las ya más que famosas “palancas” y las dudas que cada una de ellas genera, además de la caída abrupta en la inversión general en fichajes, son sólo algunos ejemplos.
La estrategia de convertir el Santiago Bernabéu en una fuente de ingresos para los 365 días del año es un paso más en esta dirección. Pero, el Real Madrid tiene la virtud de acompañar su gestión financiera con éxitos deportivos. La prueba más palpable está en el reinado que ostenta en la Champions League. No son nada más los catorce trofeos, sino el avance que presenta en cada edición colocándose, si no gana, en posiciones de privilegio. A esto se unen, también, otros reconocimientos. Por un lado, lleva la voz cantante en la clasificación de ingresos por concepto de patrocinio. Además, encabeza la lista Forbes de los clubes más valiosos del mundo. La camiseta del equipo también es la más buscada del planeta. Y, por si todo esto fuera poco, recientemente, por séptimo año consecutivo, es la página web de clubes de fútbol más vista del globo terráqueo.
Sin embargo, el Real Madrid, por mucho que algunos pensaran diferente, no se caracteriza por pagar los salarios más altos. El club mantiene una férrea escala salarial, a fin de no caer en los exabruptos cometidos, entre otros, por su rival, el FC Barcelona. De hecho, y sólo por nombrar a uno, Jude Bellingham, su última gran adquisición, rechazó al Manchester City para fichar por los merengues. La razón está en lo dicho por Valdano en su momento: “El Real Madrid no paga con dinero, paga con gloria”. Obviamente, hay sus excepciones (léase “Mbappé), pero eso es harina de otro costal.
Esta estrategia sale reforzada al revisar la lista de los jugadores mejor pagados del mundo, de acuerdo con la prestigiosa publicación Forbes. No es de extrañar que la liga de fútbol de Arabia Saudí lleve la voz cantante. Tampoco lo es que el Real Madrid no aparezca entre los once primeros. Pero, sí llama la atención, y muchísimo, que un club arruinado financieramente, como el Barça, aparezca en un lugar importante. Robert Lewandowski es el onceavo jugador mejor pagado del mundo en 2023. Sí, señoras y señores. El polaco, de 35 años, gana 34 millones de dólares al año, 24 vienen de su club y el resto por contratos publicitarios.
No sólo la liga árabe aparece en el ranking. La Bundesliga, en concreto el Bayern de Múnich, cuela a Harry Kane en el décimo puesto con 36 millones de dólares. 26 de ellos provienen del club y diez de patrocinadores. La Premier hace acto de presencia con ¿quién más?, el Manchester City. Kevin De Bruyne, noveno, con 39 millones (35+4), y Haaland, sexto, con 58 (46+12). El Liverpool también dice ‘presente’, con Mohamed Salah, séptimo, ganando 53 millones (35+18). No sorprende tampoco ver al París Saint-Germain, con un Kylian Mbappé en el cuarto puesto, llevándose 110 millones (90+20).
Los puestos ocho, cinco, tres y el sitial de honor son de la liga árabe. Sadio Mané (52 millones), Benzema (106 millones), Neymar (112 millones) y Cristiano Ronaldo (260 millones), son los ocupantes, respectivamente. La MLS se cuela en el segundo puesto con un Lionel Messi muy distante del primer lugar, ganando la ‘módica’ suma de 135 millones de dólares.
En resumen, quién piense que el Real Madrid va a meterse en una espiral así, vuelve a equivocarse. Tal vez, si algún día llega, Kylian Mbappé podría generar alguna locura, pero muy pensada y estudiada, y sin meterse en los niveles de los primeros puestos. Para ello está, aún, llenando sus bolsillos en Francia, o Catar, según prefiera el lector, antes de decidir si se va, o no, en busca de gloria, o hace un ‘Neymar’. Quién no extrañaría verle en la lista cometiendo otro exabrupto, es el FC Barcelona. A fin de cuentas, viendo lo pagado a un jugador de 35 años, después de todo lo que ha sufrido a nivel financiero, sólo cabe una conclusión. No han aprendido, pero ni un poquito. Y, como decía el ‘poeta’ aquél: “El que no lo crea, que se vaya a recoger amapolas”.