Por increíble que pueda sonar, los políticos parecen no tener suficiente con los problemas de sus respectivos países. Uno de los casos más mediáticos en el pasado reciente correspondió a Emmanuel Macron. El mandatario francés no dudó en levantar el teléfono para pedirle a Mbappé, o rogarle, que aceptara los millones de Catar para permanecer en París. Ahora, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula Da Silva, no ha dudado en emular a su homólogo. El foco de su atención, el aún técnico del Real Madrid, Carlo Ancelotti.
Lula ha emitido unas declaraciones en contra de Ancelotti, a raíz de su probable llegada al gigante del sur en 2024. En primer lugar, lo hizo ensalzando la figura del técnico interino, Fernando Diniz. Para ello, habló de su “creatividad y personalidad”. Eso sí, de entrada ya le disculpó, en caso de fracasar y acotó: “El problema no es Diniz, el problema es que no tenemos la calidad de jugadores que tuvimos en otras épocas”. Así que el italiano no fue el único en recibir su ración de críticas, sino que los Vinicius, Rodrygo, Neymar y compañía, también se fueron con lo suyo.
En segundo lugar, y ya referido al técnico del Real Madrid, Carlo Ancelotti, Lula indicó al canal SBT: “Nunca fue técnico de Italia. ¿Por qué no resuelve el problema de Italia, que no fue ni a disputar la última Copa del Mundo?» Sin lugar a dudas, un análisis poco menos que fuera de lugar. De hecho, un estudio similar podría aplicarse a aquél político que decide saltar la barrera y meterse en decisiones meramente deportivas.
No vamos a analizar, en un artículo deportivo, la trayectoria del presidente de Brasil y sus continuos coqueteos con otros lugares donde la democracia brilla por su ausencia. Pero, en cuanto a temas como este, o cualquier otro del mismo tenor, no estaría mal pedir un poco de respeto. No solo para un profesional a carta cabal, como lo es Carlo Ancelotti, sino también para sus paisanos. Esos que visten la camiseta de un país, sin otra intención que la de defender la bandera y el escudo de una nación entera. A fin de cuentas, el deporte es una de las pocas cosas que tenemos los ciudadanos de a pie para olvidarnos de los temas políticos.