La decimoséptima jornada de LaLiga trae sentimientos encontrados para el Real Madrid y sus aficionados. Por un lado, una victoria tranquila, plácida, que no estuvo en peligro en ningún momento del encuentro. Un cuatro a uno incontestable al Villarreal con los goles de Bellingham, Rodrygo, Brahim y Modrić. Pero, por el otro, los merengues engrosan la lista de la enfermería con dos nuevos nombres. Un liderato temporal, a la espera de lo que haga el Girona, con un costo altísimo. Más aún, considerando la cantidad de jugadores que ya tenían de baja.
Primero cayó David Alaba. El austríaco se tomó la rodilla y su expresión era todo un terrible poema. Por si esto fuera poco, no pudo salir del campo por su propio pie. El central salió apoyándose en dos personas de los servicios médicos del Real Madrid. La más que probable baja número siete dejó muy malos presagios. El canterano y capitán, Nacho Fernández, ingresó para suplirlo en el partido.
Luego, por si esto fuera poco, Ferland Mendy se resintió de su pierna y no salió a disputar el segundo tiempo. En su lugar entró Fran García. Dos canteranos para cubrir las dos bajas y que, probablemente, tendrán que hacerlo por más tiempo.
Si la previa traía la buena nueva de la recuperación de Tchouameni, con lo que la lista de caídos bajaba a seis, esta jornada incrementa la cifra a ocho. Un tercio de la plantilla en dique seco para enfrentar el último partido del año. Sin embargo, el objetivo del mes continúa siendo el mismo. El Real Madrid necesita otra victoria más y no le sirve otro resultado, independientemente de lo que haga el Girona. Al menos, hasta mañana será líder, a la espera de lo que hagan los catalanes. Pero, la mirada estará puesta en la enfermería.