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La verdadera «Copa del Mundo de clubes» franceses

Esta semana ha empezado un torneo muy especial en el panorama futbolero. Pese a ser una competición doméstica, algunos de sus equipos tienen que realizar desplazamientos kilométricos para enfrentarse a sus rivales. Tiene tantas rondas que, a pesar de haberse iniciado en estos días, la final queda muy lejana. Este artículo de Desde El Córner va dedicado a la Copa de Francia.

Tuvo su origen en 1917, por lo que es un campeonato muy antiguo. Este año, cumple su edición número ciento dieciséis. El vigente campeón es el Toulouse, que de hecho participa en la Europa League gracias a este logro. Es la segunda Copa de Francia que gana en su historia. Como no puede ser de otra forma, quien más veces la ha levantado ha sido el Paris Saint-Germain. Por otro lado, la final siempre se juega en el mítico Stade de France.

Sin embargo, ¿qué tiene de “mundial” este campeonato? Lo que hace tan especial a este torneo es que todos los equipos de Francia pueden participar. Hay que tener en cuenta que el estado francés no está formado solo por el territorio europeo y la isla de Córcega. Tiene otros enclaves de ultramar repartidos por todo el mundo, que siguen siendo dependientes de la metrópoli. Estos son los restos que quedan aún de la colonización francesa, que tuvo su auge en el siglo XVI. Al igual que españoles y portugueses, los británicos y los franceses extendieron sus territorios tomando otros nuevos,  estableciendo colonias en ellos para controlar rutas comerciales, traficar con esclavos y acceder a nuevos productos exóticos. 

De esta forma, los equipos de aquellos territorios de ultramar dependientes de Francia pueden participar en la Copa. Por ello, se dan viajes larguísimos para disputar una ronda. Hoy, se juegan tres de esos partidos entre estos equipos tan exóticos. El AS Rosador de la isla de Mayotte, en África, ha viajado cerca de 8.000 mil kilómetros para jugar contra un cuarta división, el Olympique Alès. Por otro lado, el Piroe de Tahití ha realizado una travesía de 15.825 kilómetros para enfrentarse a un equipo de sexta categoría, el Saint-Meziery. Por último, y el más largo de todos, el Hienghène Sport de Nueva Caledonia recibe al Thionville, que ha realizado 16.315 kilómetros para jugar este partido. Estos desplazamientos son financiados por el propio estado francés para mantener esta tradición. 

La Copa de Francia es el verdadero torneo internacional entre clubes, pues habitualmente tiene representación de los cuatro continentes. Los que hemos mencionado son algunos ejemplos de los enfrentamientos de esta jornada, pero hay más territorios de ultramar que tienen representación y están en América, como la Guyana Francesa, Guadalupe o Martinica. Rara vez estos equipos llegan a rondas finales, pero no es extraño que avancen en los primeros compromisos de la competición. No obstante, los equipos de Ligue 1 entran a partir de dieciseisavos, y es poco probable que tengan que jugar contra un equipo de ultramar. Además, el estado francés obliga a estos exóticos clubes a ser visitantes en estos casos. 

En definitiva, la Copa de Francia es un torneo especial, que guarda este tipo de historias en sus primeras rondas. Si ya es romántico que un equipo de categorías inferiores venza a uno de superior entidad, qué podemos decir cuando se da el caso de que un club de ultramar lo haga ante uno continental. Esta es la magia de estos torneos domésticos, que a veces quedan en segundo plano cuando los ganan los más grandes. 

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