Tras la retirada de Australia por la puja de esta edición de la Copa del Mundo, Gianni Infantino le ha otorgado la responsabilidad a Arabia Saudí.
Desde que se anunció el Mundial de 2030 para el conglomerado mediterráneo y sudamericano, Arabia Saudí tenía muchas papeletas para organizarlo. La normativa dicta que no se puede repetir continentes en las últimas ediciones. Con la presencia de Argentina, Paraguay, Uruguay, Portugal, España y Marruecos, se descartaban Europa, África y América. Finalmente, como era de esperar, fue para Asia, y concretamente para el país arábigo.
Pese a que era previsible, todavía hay ciertas dudas en el horizonte. Se prevé que se vuelva a celebrar en otoño e invierno, como ya sucedió con Catar 2022. Esto es debido a que las temperaturas son muy semejantes. De hecho, ambos países son territorios limítrofes. Si bien Arabia Saudí tiene más tradición futbolera que Catar, es imposible discutir que la FIFA se está dirigiendo a este nuevo mercado árabe. La marcha de muchas estrellas del fútbol europeo al país arábigo han podido potenciar esta candidatura.
La diferencia con Catar es que Arabia Saudí tiene ya buenos estadios, aunque por supuesto habrá nuevas construcciones. En este caso, la polémica se centra sobre la gran cantidad de países involucrados en la mencionada edición de 2030, que parece haber allanado el camino a la candidatura árabe. A ello, se le suma la citada baja de Australia, que ya organizó el Mundial femenino con su vecina Nueva Zelanda.
La elección de Arabia Saudí como organizadora del certamen ha batido récords. Nunca se había elegido tan pronto una sede. Tampoco una candidatura se había quedado sin competidoras de forma tan precoz. De esta forma, Oriente Medio pasa de no haber organizado nunca ninguna Copa del Mundo, a organizar dos en un corto espacio de tiempo.