En junio pasado, Kylian Mbappé había decidido tramitar, ante la Ligue 1, un reclamo por el dinero que le adeudaba el París Saint-Germain. Ahora, aunque hay luz al final del túnel, falta un camino por recorrer para el delantero del Real Madrid.
Lo ocurrido hace casi tres meses, fue dado a conocer por L’Equipe. En aquel entonces, de acuerdo con el medio francés, Kylian Mbappé tramitó el reclamo haciendo referencia al artículo 259 de la carta del fútbol profesional. Este señala que “los clubes deben pagar los salarios a los jugadores contratados como muy tarde el último día de cada mes”. También se habló de una deuda de 100 millones de euros por concepto de primas y salarios no pagados. Sin embargo, ese monto no es el que se está manejando ahora, sino que ascendería a 55 millones.
Millones más, millones menos, lo cierto del caso es que ayer hubo un careo entre los abogados de ambas partes que no arrojó ningún resultado. Ahora, de acuerdo con la información del diario AS, la liga francesa instó a Kylian Mbappé a firmar un acuerdo de conciliación con el Paris Saint-Germain. Esto sería para evitar que el caso llegara a los tribunales, pero el delantero del Real Madrid declinó la propuesta. Posteriormente, la Comisión Jurídica de la LFP, decidió a su favor, es decir, que el PSG debe abonarle los 55 millones de euros que reclama.
Sin embargo, a pesar de esta decisión, ahora el PSG puede apelar. Si decide no pagar, el ahora jugador del Real Madrid podría llevar el caso a los tribunales. El veredicto de la Comisión Jurídica es vinculante, por lo que, si no ocurre nada extraño, el litigio debería quedar resuelto. Pero, lo cierto del caso es que hay que recorrer ese camino y esperar a ver si esas sorpresas no ocurren. Así que, por los momentos, Mbappé no podrá “disfrutar” de esos 55 millones en su cuenta bancaria. Y, tampoco, podrá olvidarse del PSG ni de Nasser Al-Khelaïfi. Uno que, por cierto, quedó poco menos que en ridículo con toda la telenovela del jugador. A fin de cuentas, se le fue gratis, viste la camiseta del Real Madrid y, por si fuera poco, probablemente deba pagarle más de lo que quisiera. Así sucede, cuando la mala intención es la pauta.